La autopista México-Querétaro, una de las arterias viales más importantes y transitadas del país, se ha convertido en el escenario de una ola de crímenes que atemoriza a automovilistas y transportistas por igual. Un video, grabado por un chofer de transporte de carga, ha sacado a la luz la audaz operación de bandas de asaltantes que inician su cacería desde la caseta de Tepotzotlán, desatando el pánico entre quienes transitan esta ruta.
El material audiovisual, que circula virulentamente en redes sociales y plataformas de mensajería, muestra cómo los delincuentes acechan a sus víctimas con una precisión y audacia escalofriantes. En pleno tráfico, sin el menor asomo de temor por las consecuencias, estas bandas ejecutan sus atracos con una eficiencia que hiela la sangre, dejando en evidencia la vulnerabilidad de quienes se ven obligados a recorrer esta autopista día con día.
Testimonios de afectados, que han preferido mantenerse en el anonimato por miedo a represalias, narran escenas sacadas de una película de terror: vehículos interceptados, choferes y pasajeros a merced de los criminales, que con armas en mano, despojan a sus víctimas de sus pertenencias, mercancías y hasta de la tranquilidad de viajar por una de las vías más importantes del país.
Las autoridades, hasta el momento, parecen estar un paso atrás de estos delincuentes que operan con total impunidad. La creciente desesperación de transportistas y viajeros ha llevado a un clamor generalizado por una acción contundente y decisiva para garantizar la seguridad en la autopista México-Querétaro.
Este video no solo ha servido como un crudo recordatorio de la audacia con la que actúan estos asaltantes, sino también como un llamado urgente a las autoridades para reforzar la seguridad y devolver la paz a quienes dependen de esta ruta para su movilidad y sustento. La pregunta en la mente de todos: ¿Cuándo se pondrá fin a este capítulo oscuro en la autopista México-Querétaro? La sociedad espera respuestas y acciones, no solo promesas, mientras la sombra del miedo continúa extendiéndose en lo que algunos ya denominan «la autopista del terror».