Analistas de moda cuestionan los riesgos de la popular tendencia que resurge en Latinoamérica.
La tendencia Coquette, caracterizada por una estética hiperfeminina que evoca épocas pasadas y la inocencia de la infancia, ha ganado terreno en el ámbito de la moda, especialmente en Latinoamérica. Sin embargo, detrás de sus lazos rosados y vestidos blancos, surge un debate candente sobre la posible sexualización de las niñas y la peligrosa cercanía a la pedofilia.
A primera vista, muchos defensores de esta tendencia argumentan que rescatar la feminidad clásica puede ser un acto de empoderamiento, desafiando los estándares modernos que han minimizado estos atributos. Sin embargo, los críticos señalan un lado oscuro, asociando esta estética con la figura de ‘Lolita’, un símbolo literario de la vulnerabilidad infantil frente al abuso sexual.
El nombre ‘Coquette’ parece evocar una versión más suave de esta estética, pero su conexión con la cultura japonesa y la subcultura de las ‘Lolitas’ no pasa desapercibida. A pesar de los esfuerzos de esta subcultura por desligarse del abuso y presentarse como una celebración de la feminidad tradicional, persisten las similitudes perturbadoras, como la estética de la inocencia infantil.
Películas como ‘V de Venganza’ han contribuido a esta asociación, donde la protagonista encarna una imagen de niña antes de tomar venganza, alimentando la idea de que la feminidad infantil puede ser utilizada como un disfraz o una estrategia de manipulación.
Los análisis realizados en universidades destacadas desde el año 2022 han puesto de relieve la problemática de la tendencia Coquette. Más allá de la aparente celebración de la feminidad, se plantea la necesidad de reflexionar sobre los mensajes que se están transmitiendo, especialmente a las jóvenes que adoptan esta estética.
En un momento en que la sociedad está luchando contra la objetivación sexual y el abuso infantil, es crucial cuestionar cualquier tendencia que pueda contribuir a estos problemas. La moda tiene el poder de influir en la percepción de uno mismo y en la cultura en general, por lo que es responsabilidad de diseñadores, consumidores y medios de comunicación abordar estas preocupaciones de manera seria y reflexiva.
En última instancia, el debate sobre la tendencia Coquette nos insta a considerar cómo queremos representar la feminidad y la inocencia en la moda, y qué impacto puede tener en la sociedad, especialmente en las generaciones más jóvenes.