En la frontera norte de México, autoridades y activistas están levantando la voz ante la posibilidad de un aumento considerable en el flujo migratorio. Esto se debe a las recientes amenazas de cierre fronterizo y restricciones migratorias anunciadas en Estados Unidos, lo que ha generado un clima de incertidumbre y debate tanto en la región como a nivel internacional.
Santiago González, director de Derechos Humanos del municipio de Ciudad Juárez, compartió con la agencia de noticias EFE que, si bien la ciudad experimenta actualmente una relativa calma en cuanto a la presencia de migrantes, esta situación podría cambiar rápidamente. González señaló que están «en una sospechosa calma, a la expectativa de los cambios que se vayan a dar». Además, destacó la impredecibilidad de los flujos migratorios y la necesidad de prepararse para posibles cambios en la política migratoria.
A pesar de la disminución en la llegada de migrantes por ferrocarril, González advirtió que los arribos por vía aérea y otras plataformas de transporte continúan siendo una realidad. Actualmente, los albergues municipales y federales tienen aproximadamente 1,400 lugares disponibles para migrantes, además de los espacios proporcionados por organizaciones humanitarias y religiosas.
Ernesto Vasconcelo, abogado especializado en asuntos migratorios y residente en Ciudad Juárez, hizo hincapié en la importancia de que Estados Unidos brinde oportunidades de solicitud de refugio en condiciones dignas. Criticó el cierre de las vías legales para solicitar asilo político, lo que ha llevado a los migrantes a buscar alternativas irregulares y peligrosas para ingresar al país.
El año pasado, la región experimentó un flujo migratorio sin precedentes hacia Norteamérica, con hasta 6,000 migrantes diarios llegando a la frontera sur de México, según la Organización Internacional para las Migraciones.
Ante este escenario, es evidente que la situación migratoria en la frontera norte de México sigue siendo motivo de preocupación y debate. La incertidumbre política y las fluctuaciones en la política migratoria de Estados Unidos plantean desafíos significativos que requieren una respuesta coordinada y humanitaria.