Lo que sería una reunión para formar un comité vecinal en torno a la construcción de un nuevo panteón, terminó en una verdadera revuelta ciudadana. Este sábado 17 de mayo, en la comunidad de Boyé, habitantes expulsaron a la presidenta municipal Astrid Ortega Vázquez, cansados —aseguran— de su actitud arrogante y su nula disposición al diálogo.
Los asistentes denunciaron que la alcaldesa llegó a la reunión con aires de superioridad y evitó en todo momento escuchar las preocupaciones reales de la comunidad, entre ellas la reiterada exigencia de destituir al delegado Hugo Ángeles Cervantes, a quien acusan de malos manejos y abandono de funciones.
La situación escaló rápidamente a un enfrentamiento físico y verbal, reflejo del creciente hartazgo de los ciudadanos. Lejos de calmar los ánimos o asumir su responsabilidad, Ortega Vázquez optó por desviar la atención, lanzando acusaciones sin pruebas contra el Partido Acción Nacional (PAN), al que culpó de supuestamente estar detrás de los disturbios.
Este intento de culpar a terceros en lugar de enfrentar los problemas reales de su administración solo encendió más los ánimos, dejando a la alcaldesa sin respaldo alguno y obligada a retirarse del lugar ante el repudio generalizado.
Los habitantes de Boyé fueron claros: no se trata de política partidista, sino de una administración que ha ignorado sus demandas, minimizado sus reclamos y eludido su responsabilidad.